Murmuros

La cámara como un recolector de información, como si se tratara de una hoja superpuesta al muro encima de la cual frotamos con un lápiz para hacer aparecer la textura, la forma y los colores de lo que hay por debajo. La vista se resbala sobre el muro de una forma casi táctil. Se generan, por tanto, unas imágenes que más que re-presentar, es decir, mostrar la foto como una ventana a otra realidad, intentan presentarla como un nuevo objeto, independiente y autosuficiente.

Fotografiar no como un cazador (Cartier-Bresson) que apunta y dispara hacia algo que se mueve, ni como un pescador (Robert Doisneau), que espera el momento oportuno, sino como un recolector que va llenando su cámara con todo de objetos que encuentra por el camino. Entender el muro como receptáculo de información. Igual que un vinilo contiene en sus surcos la información necesaria para poder escuchar una melodía tocada en otro momento, los muros registran en sus trazas la historia que les ha ido conformando. No tenemos el descodificador para poder reproducir lo que pasó, pero lo que sí que podemos comprobar es que aquella información está efectivamente contenida ahí. Fotografiar para acumular esta información como para asegurarnos de no perderla. Guardar estas particularidades, detalles, imperfecciones para ver si con el tiempo nos murmuran algo.

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