Festín fotográfico
Ir a fotografiar las obras de Flores Prats es siempre un placer. Te acercas a ellas con la seguridad de encontrar un arquitectura compleja, generosa formalmente, con múltiples matices, que ofrecerá infinitud de posibilidades fotográficas.
Son proyectos que muchas veces he visto evolucionar ya sea a través de las maquetas que he fotografiado en su estudio, o en las sesiones fotográficas que hemos hecho durante el proceso de construcción y que cuando voy a fotografiar tengo la sensación de que aun siguen cambiando. Un camino largo en que el proyecto ha ido buscando su propia forma: un espacio que se va manipulando, adaptándose a la necesidades, contorsionándose para hacer llegar la luz, para dejar pasar la gente, para adaptarse a las preexistencias, convirtiéndose en una geometría inesperada que cumple con todos estos requisitos. No hay por tanto formas puras ni imposiciones formales... todo es resultado impredecible de la interacción entre todos estos condicionantes reales que acaban convergiendo en un espacio preciso y único.
Con ello se generan multitud de geometrías, de juegos de luces y sombras, de detalles, encuentros, rincones, espacios y transparencias, unidos formando un todo de consistente coherencia formal. No hay una única alineación que ordene el espacio, una única simetría que organice el proyecto, unos limites claros... es todo una trama de geometrías que se entrelazan y ofrecen múltiples formas de ordenar el espacio y la fotografía.
Cuando uno va avanzando por la obra los espacios se le van desplegando delante suyo, asaltándole con sus propias formas cada uno y proponiéndole infinitas versiones de si mismas. Cada alineación, plano, textura, elemento, hueco, espacio, propone una fotografía. Y con cada fotografía se extrae una de estas versiones que van conformando un mosaico que muestra la profundidad del proyecto.
Esto hace que sea difícil ser conciso. Al paso por el proyecto se van recogiendo estas imágenes que se acumulan sin parar y sin que uno pueda decidir de cuales prescindir. A cada paso, cada giro, cada luz se genera una nueva imagen que parece que no se puede perder... Al cabo de poco rato uno ya no intenta seleccionar y acepta que son unas sesiones en las que no se puede acabar lo que le ofrece la obra... simplemente sigue acumulando y disfrutando de este festín fotográfico.
Texto para el libro "Pensando a mano - La arquitectura de Flores & Prats" Ed. Arquine